Una de las demandas más habituales en terapia es la de aprender nuevas herramientas. Esto es algo importante en cualquier proceso de crecimiento personal, sin embargo trabajar en entender poco a poco las cosas que nos suceden es casi igual o más importante que el entrenamiento o aprendizaje de herramientas. Y es que ¿de qué me sirve tener un destornillador si no sé qué tornillo está flojo?
Por eso, en muchas ocasiones los procesos de terapia requieren de tiempo, para ir paso a paso aprendiendo a comprender en profundidad nuestros mecanismos de funcionamiento. Merece la pena pararse un poquitín a ver qué nos pasa, qué nos pasa con lo que nos pasa y cómo esos patrones se han configurado a lo largo de nuestra vida, para desde ahí iniciar el proceso de cambio que necesitemos.
En este sentido te propongo un ejercicio para comenzar este recorrido:
Párate un momento, cierra los ojos, conéctate contigo y desde la honestidad hazte estas preguntas dando espacio para que aparezcan las respuestas:
- ¿Cómo estoy?
- ¿Cómo es eso que me pasa? ¿Qué me hace pensar, qué me hace sentir, dónde lo siento? ¿Lo podría dibujar, lo podría describir, si tuviera forma, qué forma tendría?
- ¿Qué creo qué ha pasado o pasa para que yo esté así? Lo poquito que sepa o crea.
- ¿Cómo estoy con estar así? ¿Me comprendo, me machaco, trato de ayudar a esa parte de mí , no quiero sentir eso que siento y trato de evitar sentirlo, hago como que no pasa nada y sigo hacia delante, me desbordo tanto que no puedo ni pensar en cómo estoy, etc.?
- ¿Me ha pasado otras veces?
- ¿Qué me ayudó en otras ocasiones? ¿qué no me ayudó?
- En estas circunstancias, en este momento, ahora ¿qué puede venirme bien con los recursos que tengo a mano?
…
A veces la primera herramienta es la Propia Escucha.